miércoles, 20 de enero de 2010

"Concédenos la paz y la unidad"


Mi paz os dejo". En estas palabras del evangelio de san Juan se ha inspirado la Semana de oración por la unidad de los cristianos de este año. Por eso, a todos vosotros, aquí presentes, os dirijo el antiguo saludo bíblico y litúrgico: ¡Shalom! ¡Pax vobiscum! ¡La paz esté con vosotros!

Ante la urgencia de este mensaje de paz, nuestro corazón se llena de dolor y de vergüenza, pues la imagen que ofrece nuestro mundo, e incluso nuestras Iglesias, es muy diversa. Nuestras Iglesias están separadas. A lo largo de la historia, su testimonio, en vez de ser común y en favor de la paz, ha sido antagonista.

Siempre que los católicos, durante la celebración eucarística, decimos antes de la comunión: "Mi paz os doy", añadimos con sinceridad: "No tengas en cuenta nuestros pecados". Eso significa también: no tengas en cuenta el pecado de la división, el escándalo de la separación. Y todos tenemos motivos para pedir: "Concédenos la paz y la unidad".