lunes, 28 de junio de 2010

El agua de la Vida


«El Espíritu y la Esposa dicen: "Ven".
Y el que escuche, diga: "Ven".
Y el que tenga sed, venga;
Y el que quiera, tome gratis el agua de la vida».
(Ap 22, 17)

lunes, 21 de junio de 2010

El Reino de Dios


El Reino que inaugura Jesús es el Reino de Dios; él mismo nos revela quién es este Dios al que llama con el término familiar «Abba», Padre. El Dios revelado sobre todo en las parábolas es sensible a las necesidades, a los sufrimientos de todo hombre; es un Padre amoroso y lleno de compasión, que perdona y concede gratuitamente las gracias pedidas.

San Juan nos dice que «Dios es Amor». Todo hombre, por tanto, es invitado a «convertirse» y «creer» en el amor misericordioso de Dios por él; el Reino crecerá en a medida en que cada hombre aprenda a dirigirse a Dios como a un Padre en la intimidad de la oración, y se esfuerce en cumplir su voluntad.

lunes, 14 de junio de 2010

Laicos


La nueva evangelización, que puede suscitar en el siglo venidero una primavera del Evangelio, dependerá en gran medida de que los fieles laicos sean plenamente conscientes de su vocación bautismal y de su responsabilidad con respecto al evangelio de Jesucristo.

Hoy los laicos deben estar a menudo en vanguardia cuando se trata de aplicar las enseñanzas de la Iglesia a las cuestiones éticas, morales y sociales que se plantean en sus comunidades o en el ámbito nacional.

La misión específica de los laicos, hombres y mujeres, es la evangelización de la familia, de la cultura y de la vida social y política.

jueves, 10 de junio de 2010

El Domingo, Día del Señor


A los discípulos de Cristo se pide que no confundan la celebración del domingo, que debe ser una verdadera santificación del día del Señor, con el «fin de semana», entendido fundamentalmente como tiempo de mero descanso o diversión.

A este respecto, urge una auténtica madurez espiritual que ayude a los cristianos a «ser ellos mismos», en plena coherencia con el don de la fe, dispuestos siempre a dar razón de la esperanza que hay en ellos (cf. 1 P 3,15).

Esto ha de significar también una comprensión más profunda del domingo, para vivirlo, incluso en situaciones difíciles, con plena docilidad al Espíritu Santo.

domingo, 6 de junio de 2010

La paz de Cristo es fruto de su Pascua


Entregándose a sí mismo, Cristo nos dio su paz.

Su paz no es como la del mundo, hecha a menudo de astucias y componendas, cuando no también de atropellos y violencias.

La paz de Cristo es fruto de su Pascua: es decir, es fruto de su sacrificio, que arranca la raíz del odio y de la violencia y reconcilia a los hombres con Dios y entre sí; es el trofeo de su victoria sobre el pecado y sobre la muerte, de su pacífica guerra contra el mal del mundo, librada y vencida con las armas de la verdad y el amor.

No por casualidad es precisamente ése el saludo que dirige Cristo resucitado. Al aparecerse a los Apóstoles, primero les muestra en las manos y en el costado las huellas de la dura lucha librada y luego les desea: «¡La paz esté con vosotros!» (Jn 20, 19. 21. 26). Esta paz la da a sus discípulos como regalo preciosísimo, no para que lo tengan celosamente escondido, sino para que lo difundan mediante el testimonio.