lunes, 30 de mayo de 2011

Felices de llevar la cruz con El


¿Quién no percibe el avance de la marea creciente de negación religiosa?

Primero la indiferencia, luego la crítica, después la aversión anticlerical y antirreligiosa. Ahora el pluralismo equívoco, que corroe todo compromiso espiritual y moral incluso. ¿Dónde está el pueblo cristiano, no sólo fiel a la observancia de algunos preceptos, sino vigoroso, vivo, feliz de creer, de orar y de profesar amor fuerte a Cristo, y capaz de llevar su cruz con El?


lunes, 23 de mayo de 2011

Iglesia y Eucaristía


Por el Sacramento eucarístico Jesús incorpora a los fieles a su propia «hora»; de este modo nos muestra la unión que ha querido establecer entre Él y nosotros, entre su persona y la Iglesia.

En efecto, Cristo mismo, en el sacrificio de la cruz, ha engendrado a la Iglesia como su esposa y su cuerpo. Los Padres de la Iglesia han meditado mucho sobre la relación entre el origen de Eva del costado de Adán mientras dormía y de la nueva Eva, la Iglesia, del costado abierto de Cristo, sumido en el sueño de la muerte: del costado traspasado, dice Juan, salió sangre y agua, símbolo de los sacramentos.

Contemplar «al que atravesaron» nos lleva a considerar la unión causal entre el sacrificio de Cristo, la Eucaristía y la Iglesia. En efecto, la Iglesia «vive de la Eucaristía».Ya que en ella se hace presente el sacrificio redentor de Cristo, se tiene que reconocer ante todo que «hay un influjo causal de la Eucaristía en los orígenes mismos de la Iglesia».

La Eucaristía es Cristo que se nos entrega, edificándonos continuamente como su cuerpo. Por tanto, en la sugestiva correlación entre la Eucaristía que edifica la Iglesia y la Iglesia que hace a su vez la Eucaristía, la primera afirmación expresa la causa primaria: la Iglesia puede celebrar y adorar el misterio de Cristo presente en la Eucaristía precisamente porque el mismo Cristo se ha entregado antes a ella en el sacrificio de la Cruz.

martes, 10 de mayo de 2011

El depósito de la fe


Guardar el depósito de la fe es la misión que el Señor confió a su Iglesia y que ella realiza en todo tiempo.