La nueva evangelización, que puede suscitar en el siglo venidero una primavera del Evangelio, dependerá en gran medida de que los fieles laicos sean plenamente conscientes de su vocación bautismal y de su responsabilidad con respecto al evangelio de Jesucristo.
Hoy los laicos deben estar a menudo en vanguardia cuando se trata de aplicar las enseñanzas de la Iglesia a las cuestiones éticas, morales y sociales que se plantean en sus comunidades o en el ámbito nacional.
La misión específica de los laicos, hombres y mujeres, es la evangelización de la familia, de la cultura y de la vida social y política.